Objetivo: Que el recién convertido conozca y haga suya la posición de hijo de Dios, lo cual garantiza una vida victoriosa sobre todas las adversidades espirituales.
“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios;…” 1Juan 3:1
Dios asegura en su Palabra que quienes aceptan a Jesucristo como su único Salvador adquieren todos los derechos de hijos de Dios.
Puntos a tratar:
- Derechos de los hijos de Dios.
Gozamos de vida eterna
Disponemos de una vida victoriosa
Somos herederos de Dios
Somos conciudadanos de los santos
- Respiración espiritual
Aspirar y exhalar
Formas en las cuales se puede pecar
La paz de Dios gobernando nuestros corazones
Gozamos de vida eterna.
Antes de ser cristianos estábamos en este mundo tan solo como parte de la creación de Dios, sin ningún beneficio, solo la existencia física; más ahora somos sus hijos porque Dios envió a su Hijo a fin de que recibiésemos la adopción de hijos “para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.” Gálatas 4:5 y todos los derechos de un hijo son nuestros, porque Dios así lo desea.
La vida eterna inicia desde el momento en que recibimos el perdón de nuestros pecados; la Biblia dice: “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” Romanos 6:23, esto nos proporciona gran seguridad mientras dure nuestra estancia aquí en la tierra. Además de esto, el temor a la muerte se ha quitado de nosotros y sabemos perfectamente que iremos a las moradas celestiales con Cristo.
Disponemos de una vida de victoria
La vida victoriosa de Jesucristo es nuestra, y como Él, también podemos enfrentar el pecado, las tentaciones, las preocupaciones, el temor y al diablo: “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.” Romanos 8:37. Adquirimos su carácter y siempre que nos lo propongamos daremos manifestaciones a las virtudes de quien ahora es nuestro Padre, es decir, que no tenemos ninguna limitación para externar amor, gozo, paz, paciencia, bondad, fe, control de nuestros deseos carnales, trato apacible con quienes nos rodean, aún en circunstancias de enojo, perdón para quienes nos ofenden; humillación para quienes ofendemos. El enemigo de las almas querrá engañarnos, sin embargo, creemos plenamente que somos hijos del Dios viviente y por lo tanto estamos totalmente capacitados para ejercitar la vida de Dios que El depositó en nosotros al adoptarnos. “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” Romanos 8:15
Una cosa más podemos decir acerca de la vida victoriosa:
Comúnmente se cree que Jesús, cuando estuvo en la tierra, usó de su naturaleza y su poder divino para derrotar las tentaciones y al pecado; por esto se piensa que no es posible vencer como lo hizo Jesucristo, “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.” Apocalipsis 3:21, ya que se considera, no tenemos su condición, sin embargo los cristianos estamos en la misma posición de Jesús; El se ubicó como nosotros cuando se despojó de su naturaleza divina, “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;” Filipenses 2:5-7, tomó su voluntad y la entregó al Padre, declarando: “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.” Juan 6:38
Por esta razón, Jesús venció como hombre y como hombre echó mano del poder del Espíritu Santo. Jesús no utilizó su divinidad para vencer, al contrario, se colocó en nuestra condición.
Nosotros también somos hijos de Dios, somos personas como lo fue Jesús y podemos llenarnos del poder del Espíritu Santo a través de la comunión con Dios, para ser más que vencedores.
Somos herederos de Dios.
Como hijos de Dios somos sus herederos, “Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.” Gálatas 4:7 y en consecuencia heredamos todas las cosas, según: “El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo” Apocalipsis 21:7. Parte de esta herencia es que reinaremos con Cristo en la eternidad, “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.” Mateo 25:34;
Por siempre tendremos la bendición divina, en lo material y en lo espiritual,”no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.” 1Pedro 3:9; y todas las promesas de Dios serán cumplidas en nosotros “a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.” Hebreos 6:12
Somos conciudadanos de los santos.
Estamos en el mundo pero no somos del mundo, “Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.” Juan 17:14,17
Somos de Cristo. Él nos compro y nos aparto; pertenecemos al reino de Dios.
Aún cuando nos desenvolvemos en una sociedad humana, donde pensamos diferente, creemos diferente, hablamos y actuamos diferente, porque nuestra ciudadanía está en los cielos “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios,” Efesios 2:19; y nada ni nadie puede quitarnos este gran privilegio. Dios nos sacó de lo necio y lo indigno de este mundo para hacernos sus hijos, “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia. 1Pedro2:9-10; por eso decimos que fuimos trasladados para ser santos, primero por porque estamos apartados para Dios, segundo porque nos mantenemos en limpieza moral y tercero porque de manera progresiva crecemos en pureza, tanto de lo que pensamos como de lo que sentimos y hacemos, “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” Filipenses 3:12-14
Respiración espiritual.
Aspirar y exhalar.
Este asunto es de vital importancia para cada cristiano, en especial para los recién convertidos, toda vez que experimentarán la necesidad de renovar la vida nueva que han recibido.
Fisiológicamente necesitamos aspirar oxígeno y exhalar bióxido carbono, para mantener la vida de nuestro cuerpo, a este proceso de aspirar y exhalar (despedir gases, vapores y olores), se le llama respiración; si alguien no respira durante un tiempo prolongado, es seguro que morirá; de igual forma en la vida espiritual, si algún cristiano deja de aspirar el perdón de sus pecados, por la sangre de Jesucristo, y deja de exhalar el pecado, empezará a en venerarse, e incluso puede morir y perder la vida cristiana que disfrutaba. Por todo esto, es importante que los cristianos nos pongamos a cuentas con Dios, todos los días. La Biblia dice en la primera epístola universal del apóstol San Juan, capítulo 2 versículo 1: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.”, esto nos enseña que los cristianos somos llamados a no pecar, “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?”
Romanos 6:1-2.
“Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.” Gálatas 5:1
“Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos; como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios.“ 1Pedro 2:15-16
Y mantenernos en limpieza integra delante de Dios, lo cual es totalmente posible; sin embargo Dios conoce que puede llegarse el día en el cual lleguemos a pecar, puesto que mantenemos una lucha constante con el mundo, con nuestra carne y con el diablo.
Existen diferentes formas en las cuales se puede pecar:
Con la mente
Con las palabras
Con lo que hacemos
Con lo que dejamos de hacer
Con la mente
“Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.”
Mateo 5:27-28
Con las palabras
“Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.”
Mateo 12:36-37
Con lo que hacemos
“Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.” Romanos 1:28-31
Con lo que dejamos de hacer
“y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.” Santiago 4:17
Estas formas son señaladas con el objeto de que nos guardemos en lo que pensamos, decimos, hacemos o dejamos de hacer, pues la principal arma de nuestro adversario es la sutileza, con que nos lleva a pecar aún sin darnos cuenta cómo llegamos a hacerlo.
Hemos de aprender también que el pecado corrompe el cuerpo, la mente y el corazón del hombre, “Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo;” Isaías 1:16
“Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” .Génesis 6:5;
“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” Jeremías 17:9;
Y no se detiene hasta devastar la vida en la cual encuentra cabida, por eso los cristianos necesitamos mantenernos despiertos y evitar a toda costa que seamos manchados por el pecado.
No obstante, si alguno de nosotros comete pecado, contamos permanentemente con un abogado que nos ama y está dispuesto a justificarnos; si somos suficientemente honrados y valientes para reconocer que hemos pecado y si deseamos una vida limpia que agrade a nuestro Padre celestial. Es necesario recalcar que solo Jesucristo tiene autoridad para limpiarnos de toda maldad y a Él es necesario acudir todos los días en busca del perdón divino; de ninguna manera permitiremos que el pecado se enseñoree de nosotros, antes acudiremos a Cristo nuestro glorioso Salvador.
Es muy importante recalcar que todos los días necesitamos presentarnos ante Dios y hacer memoria de lo que hacemos, pensamos y hablamos; incluso pedirle al Espíritu Santo escudriñe nuestros corazones y nos haga reconocer pecados que pasen desapercibidos para nosotros; nunca permitamos que permanezca un pecado, que ya hemos detectado; antes por el contrario, inmediatamente supliquemos el perdón divino, y en caso necesario vayamos a pedirle perdón a quien hayamos ofendido, restituyéndole, en su caso, los bienes o recursos con los cuales hayamos defraudado.
Una forma de detectar que algún pecado nos está afectando en la respiración espiritual, es analizar el grado en el cual la paz de Dios gobierna nuestros corazones, “Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.” Colosenses 3:15
Si un cristiano se da cuenta que la paz de Dios en su corazón no gobierna en plenitud, necesita auscultar sinceramente su proceder y colocarse a la luz del Espíritu Santo, para que le sean reveladas sus fallas, sea redargüido y proceda al arrepentimiento.
“Esconde tu rostro de mis pecados,
Y borra todas mis maldades.
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
Y renueva un espíritu recto dentro de mí.” Salmos 51:9-10
Querido hermano(a) el grupo de Discipulado estará orando para que este tema no solo sea un estudio intelectual, sino que los mensajes aquí escritos lleguen a su corazón de tal manera que estas palabras den fruto a su tiempo, como la semilla sembrada, donde el crecimiento esperado lo dará Dios.
“Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento.” 1 Corintios 3:7
gloria a Dios este era el tema que estaba buscando excelente palabra la recibo
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